Niña Interior Meditación
Preparación:
Ponerse cómoda, sin ropa que apreté, ni zapatos, ni joyería, ni gafas, deja celular apagado y tener una actitud positiva.
Respiración:
Una respiración profunda.
Tres respiraciones altas, tres medias y tres bajas.
Tres respiraciones profundas.
Relajación:
Aprieta los pies y suéltalos.
Aprieta los tobillos y suéltalos.
Aprieta los muslos y suéltalos.
Aprieta las nalgas y suéltalas.
Aprieta los músculos de la espalda y suéltalos.
Aprieta el estómago y suéltalo.
Aprieta el pecho y suéltalo.
Aprieta los hombros y suéltalos.
Aprieta los brazos y suéltalos.
Aprieta las manos y suéltalas.
Aprieta los músculos del dorso y brazos y suéltalos.
Aprieta los músculos del cuello y suéltalos.
Aprieta los músculos de la cabeza y suéltalos.
Aprieta los músculos de la cara y suéltalos.
Aprieta los músculos de todo el cuerpo, incluido piernas, brazos, cabeza… y suéltalos.
Visualización niña interior meditación
Voy caminando lentamente por una calle, voy viendo el piso, las casa a mi derecha y las de mi izquierda. Unas son bonitas, tienen flores y están pintadas. Alguna tiene un perro en la puerta, otras tienen las ventanas abiertas, otras las tienen cerradas. Las puertas son de forma variada y hay unas bonitas otras no me gustan tanto…
Voy mirando todo lo que hay en la calle, hay personas que hablan en una esquina, otras van caminando sin afán… esto me da tranquilidad, no hay afán, las personas lucen tranquilas y las flores que hay en algunos balcones parecen disfrutar del viento y del día…
Sigo caminando, voy viendo puertas y ventanas conocidas, incluso algunos vecinos que no veía hacia muchos años. Entre más camino por la calle más conocida se me hace… y voy recordando un poco más algunos detalles que había olvidado… Sí, esta calle se me hace conocida y sigo caminando… De pronto, veo una casa que me llama la atención pues se me hace más conocida que las demás y siento un gran impulso de entrar… No veo a nadie y la puerta está ajustada…
Reviso y no veo a alguien para pedirle permiso de entrar… Oigo un gemido y decido empujar la puerta un poco y, lentamente, la sigo empujando hasta abrirla… Espero un momento y nadie aparece, entonces me atrevo a entrar… Al estar adentro miro a mi alrededor y el espacio es muy conocido por mi…, me trae muchos recuerdos y me doy cuenta que es mi casa cuando yo era pequeña… Sí, aquí crecí yo y eso me pone muy feliz y decido recorrer el resto de la casa…
Un poco más adelante veo una pequeñita sentada en un lado del corredor llorando, sucia y toda llena de pantano… Quedo impactada al verla y me lleno de compasión por aquella pequeñita tan triste. Miro a mi alrededor y la única adulta allí soy yo. Veo al fondo un patio con una cascada, entonces me acerco a la triste niña y con cariño la tomo del brazo. Ella me mira con los ojos llenos de lágrimas y se deja llevar hasta la cascada.
En la cascada, me siento con la niña y le voy limpiando los piecitos cansados, sigo con sus piernas que están muy aporreadas. Le enjuago los bracitos y me percato que están llenos de marcas, limpio su rostro lleno de mugre y lágrimas y ella se deja limpiar y se va calmando… Cuando miro sus ojos se me hacen muy familiares… La miro profundo en sus ojos y, entonces, son mis lágrimas las que salen al reconocer a mi niña interior…
Ella me estira los bracitos y yo la abrazo con mucho amor… Nos quedamos abrazadas y siento que su corazón late al mismo tiempo que el mío, siento el calor de su cuerpecito y mi cabello se confunde con el de ella.
Le digo: «Estoy feliz de verte, por fin te encuentro»… Ella me mira y veo una mirada triste con una luz de esperanza. Le sonrío mientras cae una lagrima de mis ojos y, abrazándola, nos metemos las dos al agua y así le acabo de quitar toda la tierra y suciedad que la envolvía… La abrazo con mucho cariño y le digo: «Hola mi niña interior. Yo ya estoy aquí contigo, yo te voy a cuidar y a defender, también te voy a enseñar a defenderte para que nunca más nos lastimen, ni nos llenen de suciedad o abusen de nosotras. Yo ya soy grande y sé cómo defendernos. Te quiero mucho y no te dejaré». Ella me sonríe y esa carita feliz me llena el corazón de alegría… La cojo y nos hundimos en el estanque de agua muy limpia y nos miramos bajo el agua… La veo tan hermosa y esta linda niña es mi niña interior… ¡Qué afortunada soy!… Salimos del agua sonriendo y salimos a caminar bajo el sol emparamadas, vamos cogidas de la mano hasta que el viento y el sol nos secan.
Llegamos a un lugar hermoso con un paisaje muy lindo y siento a mi niña interior en una piedra grande para quedar a la misma altura y le digo: «Te quiero mucho y ahora vamos a estar siempre juntas porque te voy a cuidar en mi corazón. Cada vez que estés triste o recuerdes algún dolor, recuerda que estás en mi corazón y yo te abrazaré hasta que te sientas bien. Te amo». Y ella sonriendo se paró en la piedra y, con sus ojos muy felices, entró en mi corazón, allí le tengo y le voy a cuidar todos los días hablándole, saludándole y preguntándote si quiere hacer algo divertido o si quiere disfrutar algo de comer conmigo…
Le digo: «Eres mi niña interior, eres yo y ahora yo soy tú. Juntas por siempre».
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María Patricia Mejía Garcés
Asesora Sexual
Facilitadora en proceso
Escuela del Niño Interior