La niña interior sana y mi adulta naciente
El nacimiento de mi adulta fue al revés, porque siempre nace un bebé que crece y se convierte en adulto… en mí, mi niña interior creció deformada (y después de crecer vino a formarse como un ser bello de mirar).
Mi adulta nació de una niña interior llena de miedos, temores, abusadores, tristezas, depresiones, hambre de amor, abrazos, reconocimiento y pan.
Mi niña interior sobrevivió ocultándose entre máscaras de otra persona, fingiendo ser otra, ocultando su rostro monstruoso de los adultos y demás niños a su alrededor, lo simpático era que se ocultaba para ser vista, para ser tenida en cuenta por todos y también por ella misma, pues su fealdad interior la aterraba incluso a ella misma.
Mi niña interior se ocultaba de sus sueños, deseos y aspiraciones y se iba detrás de las insinuaciones de otros con la esperanza de que a menos le tiraran algunas migajas de amor…
Un día sin embargo el hambre de amor le jugó una mala pasada, pues estaba en un tumulto y ella sintió que la abrazaban y se relajó para sentir el abrazo y sin darse cuenta su máscara resbaló y algunos vieron su rostro y sorprendidos comenzaron a cuchichear y a señalarla, ella vio como todos se retiraban y lo que creyó era un abrazo era solo un estrujón… muy avergonzada salió corriendo y llorando y entre sudor y lágrimas llegó a un peñasco donde se quedó quietecita detrás de unas rocas esperando el anochecer…
Sin embargo el sol no se ocultaba y pasaron horas y el sol seguía alumbrando hasta que vio una sombra acercarse… llena de miedo y soledad cerro los ojos con fuerza y pidió al cielo que la muerte se la llevara en ese instante… pidiéndolo con fuerza sintió que la sombra la tomaba de la mano y deseo que fuera la muerte que por fin venía por ella… con los ojos muy cerrados, la cara llena de lágrimas y la máscara en la otra mano se dejó guiar por la sombra que la llevaba montaña abajo.
De pronto la sombra le habló, le dijo: “ya puedes abrir los ojos” y el corazón se le quería salir de miedo, ansiedad y curiosidad… ¿era a ella que le estaban hablando y sin mascara? Se quedó muy quieta y aunque abrió un poco los ojos no logró ver nada a través de tantas lágrimas y sintió como esa sombra le limpiaba las manos con suavidad, tomando agua del rio que lograba sentir con sus pies descalzos y ampollados.
Después la sombra le limpio la cara y fue en ese momento que mi niña vio una amorosa sonrisa, la sonrisa de mi adulta que con amor la limpio hasta quitarle todas las máscaras y tierra que no dejaban ver la belleza de una niña vulnerable, amorosa, sensible, creativa, temerosa, inteligente, saludable, de hermosa voz y bellos sentimientos con todos…
La dueña de tan amorosa sonrisa le dijo: “soy tu y estoy muy orgullosa de ti, eres hermosa y muy valiosa y por eso no necesitas máscaras, es muy lindo ser tu misma”
Luego tomo su rostro con suavidad y ternura y le dijo: “te amo y ahora estamos juntas y nos cuidamos con amor, con todo el amor que merecemos, queremos y necesitamos”
María Patricia Mejía Garcés Asesora Sexual