¿Cómo gestionar nuestras emociones?

¿Cómo gestionar nuestras emociones?

Aprender a gestionar nuestras emociones es muy importante e imprescindible para ser feliz y exitoso. Cuando puedo reconocer y gestionar mis propias emociones, no sólo tengo una vida más sana y satisfactoria, sino que puedo desarrollar habilidades sociales como la empatía, tolerancia y comprensión de las emociones de los demás; esto significa que tendré mejores relaciones y más sólidas, y es bien sabido que de la calidad de nuestras relaciones depende la calidad de nuestra vida. También aprendemos a ser más optimistas y resilientes, lo que nos apoya para alcanzar objetivos. En el siglo XX se le dio mayor importancia al coeficiente intelectual (IQ), porque era una época industrial y se necesitaban habilidades mecánicas, analíticas y rígidas, pero en el siglo XXI lo más importante es tener habilidades sociales, ser creativos, optimistas e innovadores, lo que Daniel Goleman llamó Inteligencia Emocional (EQ). Tenemos un cerebro extremadamente flexible y desarrollar una sana relación con nuestra mente emocional nos permitirá equilibrar la energía de los dos hemisferios y sacar provecho de ambos, esto nos ayuda a convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.

¿Qué son las emociones?
Es importante ante todo saber que aunque hay emociones que no nos gustan, las emociones no son ni buenas ni malas, ni positivas ni negativas, son mensajeros químicos y energéticos que nos marcan el camino a la vida que queremos, y tienen una función positiva que es darnos información de nuestro entorno y nos impulsan a actuar para adaptarnos adecuadamente a la situación que estamos viviendo; son como las señales de tráfico en la carretera. Las emociones son energía en movimiento, su naturaleza es fluir y si ésta energía se estanca es porque la reprimimos.

Las emociones se originan a raíz de un estímulo, puede ser externo (evento o situación) o interno (pensamiento o recuerdo), pero sobre todo las emociones son un registro del pasado, porque son el resultado de experiencias pasadas. Cuando no son gestionadas adecuadamente, crean desregularización en nuestro cerebro y se alteran sus funciones y cuando nuestro cerebro no funciona bien, nosotros no funcionamos bien. Lo óptimo sería que nos enseñen a identificarlas y gestionarlas desde niños, de esta manera nuestra vida sería más fácil, exitosa y placentera. Como no ha sido ese el caso, nos toca ahora hacer ese aprendizaje.

¿Qué es la gestión emocional?
La gestión emocional o autogestión emocional es saber conducir nuestras emociones hacia nuestros propósitos y lograr el equilibrio psicológico; es aprender a canalizarlas sin reprimirlas y sin dejar que nos tomen de rehén. No es lo mismo controlarlas, que sería reprimirlas o evadirlas; la gestión alude a percibirlas, reconocerlas, aceptarlas y dejarlas fluir.
También es importante tomar en cuenta que para gestionar nuestras emociones, tenemos que gestionar nuestros pensamientos. Por otra parte, tenemos que saber que las emociones no son sentimientos. Los sentimientos son las emociones más los pensamientos que tenemos acerca de esas emociones; son constructos mentales que hacemos de las emociones.
Según nuestras experiencias pasadas tendremos unas reacciones (emociones) u otras y el nivel de estas emociones dependerá de cuánto creamos que afectarán a nuestro bienestar. Estas reacciones las experimentamos en nuestro cuerpo como descargas bioquímicas y se gestionan en nuestro cerebro límbico; y como son un registro del pasado, ya han dejado una huella neurológica en nuestro cerebro y una huella bioquímica en nuestro cuerpo. Lo que significa que tenemos que aprender una nueva manera de ser.

Pasos para gestionar las emociones:
Reconocer, Aceptar y Legitimar.
Reconocer nuestras emociones implica identificarlas, no sólo es “me siento mal”, sino ponerle nombre: “tengo miedo”; conocer cómo se sienten en mi cuerpo. Aceptar significa no oponerme a ellas. Legitimar significa reconocer mi derecho a experimentar esas emociones, reconocer que soy humano.

Auto-indagación.
Es una investigación y reflexión interna: ¿Cuáles han sido los pensamientos que me han llevado a esas emociones? ¿Cuáles son mis emociones dominantes? ¿Qué acciones he estado ejecutando a raíz de esas emociones? ¿Quién he estado siendo? Toda ésta información me ayuda a conocerme, a saber cuál ha sido hasta ahora mi personalidad y a partir de aquí, puedo tomar la decisión de pensar otros pensamientos, tener otras emociones, ejecutar otras acciones y en definitiva tener otra personalidad. Todo esto podemos hacerlo incluso por escrito; hacer una lista de los pensamientos, emociones y acciones actuales y otra lista con los pensamientos, emociones y acciones nuevas que quiero incorporar en su lugar. Así cuando esté en un nuevo incidente donde antes “reaccionaba” con la vieja manera de ser, ahora sabré cuál es la nueva manera de ser con la cuál voy a “responder”. Este cambio es una respuesta adaptativa que me hace evolucionar.

Herramientas para procesar las emociones.

Meditación y respiración consciente:
Cuando meditamos el cerebro puede volver a la coherencia, que es orden, ritmo y organización, se equilibran nuestros hemisferios cerebrales, lo cual nos ayuda no sólo a estar tranquilos, sino a ser más inteligentes. Mientras más tiempo meditemos, tendremos mejores resultados y más rápido. Aparta media o una hora cada día, en un lugar tranquilo y privado, donde no vayas a ser interrumpido, siéntate con la espalda recta y con los ojos cerrados, concéntrate en tu respiración, que será profunda y lenta. Seguramente al principio te será difícil por la falta de costumbre, pero a medida que lo practiques, te será más fácil. Nuestro cuerpo es un animal de costumbres.

Tapping:
Es una técnica para mover energías, basada en los puntos de acupuntura de la medicina china, ayuda a “desatascar” las emociones que no hayamos procesado. Para esto necesitarás primero valorar en una escala subjetiva del 0 al 10, donde cero es nada y diez es lo máximo de estresante, en qué número está la intensidad de la emoción que sientes. Los meridianos de energía de nuestro cuerpo son varios, pero para una ayuda ágil sugeriré dos de ellos, que influyen en el nervio vago; un punto es debajo de la nariz, aquí darás golpecitos suaves y repetirás tres veces —“Aunque siento _(la emoción que sientes) , yo me amor, me acepto y me apruebo, total y completamente”
Luego, después de las tres veces en ese punto, darás golpecitos suaves en el pecho a la altura de la glándula timo, con frases acerca de la situación que te generó la emoción que te perturba, en esta parte no te censures, sé totalmente honesto con lo que sientes al expresarlo. Así por ejemplo, si la situación es una discusión con tu pareja, las frases podrían ser:
—“Me siento enfadada”, “estoy harta de ésta situación”, “tengo ganas de darle una bofetada”, “odio cuando mi marido me grita”, “siento mucha rabia” “siento ardor en mi estómago”, etc. Recuerda, has de reconocer, aceptar y validar cada emoción, pensamiento y sensación física. Menciona todos tus pensamientos, emociones y sensaciones en este punto, así liberarás lógica y emoción. Cuando sientas que no hay nada más, paras, respiras profundo y te dejas sentir. ¿Cómo te sientes? ¿En qué número calificas ahora la emoción? Puedes repetir este ejercicio varias veces hasta que califiques en cero la intensidad y si aparece una nueva emoción, lo haces con esa nueva emoción.

Re-escritura:
La escritura a mano es una herramienta muy potente para procesar información a nivel neuronal, este ejercicio es en dos pasos.
1.- Describe la situación que te perturba, con todo lujo de detalles, incluyendo cómo te sientes, qué sientes en el cuerpo, qué pensamientos tienes, si tienes temores, preocupaciones, si fue una discusión con alguien, qué cosas le dirías a esa persona, no te dejes nada. La idea es precisamente, “sacar” todo lo que te ha generado esa situación. Cuando sientas que ya no tienes nada qué escribir paras. NO LO LEAS. Leerlo probablemente re-estimulará las emociones.

2.- En este punto, verifica si sientes que quieres hacerlo inmediatamente o dejas pasar unas horas para hacerlo. Escribirás acerca de la situación pero de manera cómo te hubiera gustado que sucediera; igual que en el primer punto, no te censures, ni te cortes, deja volar la imaginación, escribe la mejor historia que se te pueda ocurrir y que tú disfrutes escribiendo. Así por ejemplo, siguiendo con el ejemplo de la discusión de pareja, podrías escribir que cuando llegaste a casa en lugar de la discusión, tu pareja tenía preparada una cena romántica y te tenía preparada la sorpresa de que se van de vacaciones a un lugar paradisíaco por un mes, etc. Aquí lo que se busca es darle nuevas opciones a tu cerebro para que “sepa” que hay otras posibilidades de vivir una situación similar. Le cambias la información, ya que habrás “drenado” lo que te hacía daño y lo has sustituido con emociones que has elegido deliberadamente.

Todos estos ejercicios nos ayudarán a moldear nuestras respuestas emocionales pero tenemos que ser constantes, estamos cambiando nuestra manera de ser, es un proceso.
Pero el esfuerzo merece la pena, porque cuando nosotros cambiamos, todo cambia.

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Terapeuta Pastor García
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